lunes, 24 de julio de 2017

Mi experiencia en el Viajero Sedentario.

He pensado mucho si publicar o no esta entrada en el blog, ya que si bien por un lado, como veréis, es un lugar genial, diferente, bohemio y ubicado en plena Alameda de Hércules, por otro, hubo una contrariedad, (supongo que es algo aislado y puntual) y con la mala suerte de que me tocó a mí.  
Alameda de Hércules 77, tiene mesas en la calle, en el patio y en el interior del local: súper agradable:



Se trata de una cafetería-librería, puedes tomar tu desayuno o merienda y leer cualquiera de sus libros. También tienen un sistema de préstamo. Se trata de uno de esos lugares con un encanto especial, donde quedarte tranquilamente y disfrutar del tiempo, del desayuno y de la lectura.

Esta es la carta de desayunos, donde podéis observar unos precios bastante buenos, y donde poder desayunar desde una tostada o croissant a unos cereales, yogur con muesli, fruta, etc, y tartas caseras.


Pido una tostada entera de aceite y tomate con un café con leche: 2,50 €. El café es Illy, es decir, muy bueno. El aceite es de oliva virgen extra y ecológico Antojo del Sur, uno de mis favoritos. Azúcar blanca o morena y buen precio, es decir, todos los ingredientes para recomendarlo como un gran sitio para desayunar pero...

Tardan mucho en poner el desayuno, pero ese no es el problema. Lo que pasó es que el pan estaba duro como una piedra, es decir, no es que estuviera un poco duro, es que no se podía comer, me daba miedo hacerme daño en los dientes, así que os podéis imaginar. El caso es que por apuro lo intenté y me comí la mitad de una de las rebanadas, pero es que era imposible. Es la primera vez que me ocurre algo así, y llevo unas 300 entradas en el blog.
Lo peor tampoco es esto, sino que al decirlo me sentí muy incómoda porque estuvieron muy secos, como si fuera una manía mía y me dieran la razón como a los locos, fue bastante incómodo.
Me cobraron sólo el café.
Un pan duro, insisto, como una piedra, es la primera vez que me ocurre. Sí me ha ocurrido otras veces una tostada quemada, y con sólo insinuar que me dieran un cuchillo para rasparla me han cambiado la tostada por otra nueva, con una gran sonrisa y todo amabilidad. De hecho nunca cuento esas anécdotas, que por ejemplo me han ocurrido en sitios tan buenos y de los que he salido gratamente satisfecha como cuando desayuné en Coq¬Roll Market, que al darse cuenta que la había raspado y sin yo decir nada me la cambiaron o en el desayuno del Rincón de Marta lo hicieron al pedir un cuchillo, en ambos casos con mucha amabilidad.
El patio con los libros:

Abierto de martes a domingo desde las 9 de la mañana:


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